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Cómo proteger la piel para que no se seque ni se irrite con el frío Hidratarse bien, evitar el estrés y una dieta rica en omega 3 mejoran la piel sensible a los cambios de temperatura Los problemas más comunes de la piel según la edad y época del año. El invierno no es la mejor estación para las personas cuya piel se muestra especialmente sensible al frío, una patología que padecen el 31 por ciento de los españoles, según explica el dermatólogo del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime de Castellón, Beteta Gorriti.
«Con el cambio estacional y la llegada del frío y del viento, la piel reduce la secreción de sebo y la transpiración propiciando que ésta se reseque», explica. El problema es que cuando la piel se reseca, deja de ser una protección frente a las agresiones del exterior y aparecen el picor y la irritación. Así, como revela el dermatólogo algunas patologías cutáneas como el acné, la dermatitis, la psoriasis o la xerosis (piel seca) suelen mejorar en verano y empeoran en invierno, pues con el cambio estacional empiezan a aparecer los problemas cutáneos y crece el riesgo de sufrir de xerosis cutánea, cuyo principal síntoma es la comezón o el prurito. La piel sensible reacciona de manera exagerada ante estímulos que no afectarían a una dermis normal. Esta reacción puede ser desde una leve desazón a una molestia insoportable que obliga a rascarse de forma intensa, favoreciendo los brotes de problemas cutáneos como la dermatitis seborreica, la rosácea y la dermatitis atópica. Cómo mantener la barrera de la piel.
Para mantener la piel en las mejores condiciones es fundamental que los pacientes con estas patologías mantengan la dermis hidratada con emulsiones humectantes específicas que contengan urea y glicerina para reestructurar y calmar la piel. Según el doctor Beteta, es preferible la ducha al baño y nunca más de 10 minutos, con agua templada, evitando la fricción de la esponja y utilizando gel de baño sin sulfatos. Es importante no olvidar enjuagarse y secarse bien todo el cuerpo. Para evitar la sequedad se deben aplicar geles específicos que tengan agentes suaves y refuerzos con ingredientes calmantes por la mañana y por la noche. Si la piel está ligeramente humedecida, la penetración de la crema será mayor. «La clave es que la piel mantenga la máxima hidratación posible», explica el experto. Por otra parte, en la dieta se deben incluir aceites ricos en omega 3 y omega 6, como el de aguacate, onagra o borraja, que también ayudarán a mejorar la hidratación de estas pieles y a recuperar la estructura que tienen dañada. «Evite consumir en exceso chocolate, alcohol y café», agrega el doctor, «y no olvide que fumar favorece la sequedad de la piel». La dermis también respira, así que hay que evitar abrigarse exageradamente. «No debe haber contacto directo con lana, plásticos o gomas, materiales que podrían incrementar la alteración de la piel; la tolerancia a las fibras sintéticas es muy variable y dependerá de cada persona», puntualiza el especialista. El estrés, el peor enemigo La piel y el sistema nervioso comparten el mismo origen embrionario. Esta conexión hace que en un estado nervioso la piel se exprese con síntomas molestos, como picor, descamación o rojeces. El estrés no es causa de enfermedades específicas de la piel, pero sí que puede contribuir a la aparición de brotes de patologías, ya que se relaciona con una mayor inflamación o con síntomas cutáneos.